sábado, 13 de marzo de 2010

FAUSTINO


Hay nombres propios, que sólo llegan a la gente, cuando ya no están.
No han ido por la vida haciendo ruido, sino haciendo el bien, dando la mano, acompañando al médico, regalando una sonrisa, compartiendo un pitillo, llevando a algunos mayores al teatro, o a una sesión de ilusionismo y magia.

Conocí a Faustino hace 6 años. Era un voluntario, dispuesto siempre a darlo todo. Era apreciado en su institución. Siempre estuvo dispuesto a colaborar y cooperar. Era un hombre bueno, sensato y altruista.

No tuvo ocasión de marchar al extranjero para contribuir a la cooperación internacional. Pero, desde aquí, cooperaba, y estaba “cada vez más cerca de las personas”, según reza el lema de Cruz Roja.

La última vez que coincidí con él, fue precisamente el día de la Campaña por Haití. Como todos recordaréis, la Diputación había puesto en marcha, una jornada de Cooperación y ayuda a los damnificados por el terremoto, que asoló esta nación tan deprimida. Su colaboración era sencilla: colocar una pulsera en la muñeca de cada una de las personas que accedían al recinto del San José para asistir a los distintos conciertos. No estaba sólo, ciertamente. Era uno más. Pero ahí estaba en representación de Cruz Roja Guadalajara.

¿Cuánto se recaudo?. Lo importante es que lo que fuera se consiguió entre todos.

Pocos días después, se programaba en el Centro Cultural de Ibercaja, un espectáculo de magia e ilusionimo al que podían asistir gratuitamente personas mayores.

Una vez más, Cruz Roja había solicitado la colaboración de algunos voluntarios, para acompañar a personas mayores, con alguna dificultad motriz. Allí estaba Faustino acompañando a unos y ayudando a acomodar a otros.

Y de repente... todo sucedió muy rápido. Desde atrás se pensó que algún mayor, había tropezado. No había comenzado aún la sesión. Era él, que se había desplomado. Por más que los servicios sanitarios hicieron lo posible para reanimarlo, nada se pudo hacer. Había sido fulminante.

El bueno de Faustino, voluntario de Cruz Roja, había muerto en acto de servicio. Siempre había ido por delante.

Algunos se preguntan, si el tabaco pudo influir o ser causa de su muerte. Nada nos sacará de la duda. Si el interrogante sigue ahí, acaso alguien aprenda la lección. Se ha ido muy pronto y sin avisar.

No es muy frecuente. Es decir, es algo extraordinario. Pero la muerte llega cuando quiere. Eso impacta. Escuché a algún compañero en el Tanatorio, a donde habían acudido sorprendidos por la triste noticia: “el modo sobrecoge, pero lo importante y el extraordinario, era él”. Y otro respondió, “¡Estoy de acuerdo!”.

La muerte siempre es una lección sobre la vida.

PUBLICADO EN EL HERALDO DEL HENARES, el 12-03-2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario