jueves, 15 de abril de 2010

La energía eterna: la partícula de Dios


Los científicos han construido la máquina del Big Bang, y conocen algo más del comportamiento de la energía originada en ese primer momento. Se han acercado a la luz. ¿Pero han visto a Dios? ¿Saben de dónde procede la energía? ¿Saben cual es la esencia del universo? ¿Saben hacia dónde va?

Los físicos saben que todo es energía. El astro más hermoso y el más pequeño ser humano son energía. Los instrumentos más importantes, e incluso las bombas más destructivas, no son más que transformación y liberación de energía.

La energía física está en expansión. Pero ¿la energía física procede de una partícula física anterior? ¿Qué energía mueve la energía? ¿Existe una energía que lo mueve todo? ¿Puede la tecnología desarrollada resolver todos los enigmas y todos los males de la humanidad? ¿Hay una energía espiritual, en el interior o más allá de la física? ¿Dónde está la partícula de Dios? ¿Se puede hablar de energías y energía?

Partiendo de la evidencia empírica de nosotros mismos, los humanos ¿somos puramente energía física evolucionada o tenemos una sustancia espiritual y eterna? ¿Es la energía que llamamos alma unida a nuestro cuerpo, la verdadera partícula de Dios? ¿Es esa partícula la chispa de la vida? ¿Estamos todos conectados por el alma? ¿Si lo estamos, podemos ayudarnos mutuamente a crecer? ¿Somos eternos e inmortales, aunque el cuerpo muera? ¿Podemos estar creciendo siempre, incluso después de que el cuerpo muera? ¿Pasar a un nivel superior es alcanzar la meta? ¿Cuántos niveles hay?

Son muchas preguntas importantes, algunas vitales. La física y la ciencia en general tienen muchas respuestas, pero abren también muchos interrogantes. La inteligencia y el conocimiento, evolucionan y nos sitúan por encima de la materia inerte, y de los vegetales. El espíritu atraviesa los límites por los dos lados, por el principio y por el fin, tanto en el universo como en el ser humano. Es ese el gran enigma de la ciencia. Un átomo se puede romper. Podemos hacer que choquen las partículas y producir un Big Bang o un cataclismo, pero podemos seguir sin acercarnos a la verdadera energía: Dios. Dios, como quiera que uno lo entienda, siempre es amor. Es la energía. Es el soplo de la vida. La luz que ilumina a los seres vivos.

“Nuestra tarea es aprender, llegar a ser divinos a través del conocimiento. Sabemos tan pocas cosas... Gracias al conocimiento nos acercamos a Dios, y entonces podemos descansar. Después volvemos para enseñar y ayudar a los demás... No llegamos a morir nunca, simplemente cambiamos de nivel de conciencia. Al ser nuestros seres queridos también inmortales, nunca llegamos a separarnos de ellos” (B.Weiss).

Con ser el progreso cinético importante, el encuentro con nosotros mismos y el descubrimiento de Dios posiblemente sea más necesario para nuestra evolución personal.

Por el hecho de vivir estamos más allá del espacio y del tiempo. Hemos comenzado en algún momento, pero según los sabios, somos inmortales y nuestra existencia es para la eternidad. Nuestro progreso parece estar en función de las elecciones que hagamos. Cuando comunicamos energía, es decir, paz, alegría, amor, crecemos en esa misma medida en otra dimensión.

Nuestras elecciones pueden ser erróneas, pero no dañan el alma de los demás. Ni los abortos provocados pueden dañar el alma del inocente abortado. La violencia puede llegar a matar el cuerpo no el alma. El mal infligido a cualquier criatura daña y retrasa el progreso y la evolución human. Ese error y ese daño nos alejan de la meta y del conocimiento, y antes o después tendremos que aprender de ese error y repararlo volviendo a hacer bien los deberes.

Es posible que estemos dando demasiada importancia a lo físico, y tengamos que empezar a replantearnos nuestras relaciones con el entorno ambiental y con los demás. Leopoldo Abadía decía “menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación: que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos”.

No existe el tiempo. Tampoco la muerte. Existe la vida. La energía total es el amor. Esa es la fuerza vital. Somos seres espirituales encarnados temporalmente en esta carne y estos huesos. Pero estamos en camino y todos tenemos la misma meta, que por supuesto no es la muerte. La felicidad está en nosotros, y las circunstancias no son determinantes.

Ahora bien, “no estamos aquí por casualidad de la naturaleza. Somos seres divinos matriculados temporalmente en este colegio planetario...para poder perfeccionar el proceso de aprendizaje. Procedemos de la luz y sin embargo somos la luz. Y somos mucho más sabios de lo que podríamos llegar a imaginarnos...nacemos con una tremenda capacidad de recibir y de dar amor, de experimentar la más pura felicidad, de vivir el momento presente plenamente, como cuando somos bebés sin preocuparnos del pasado o del futuro” (B. Weiss).





1 comentario:

  1. Hola Jose Manuel,
    veo que tenemos otros intereses en común además de la defensa de los no-nacidos. Te invito a entrar en mi blog de http://haymasvida.blogspot.com, que está en la misma línea que este artículo. También te invito a entrar en http://www.unidosporlavida.org/jardinausentes.htm a propósito de lo que dices de "reparar el error" del aborto. Me gustaría contactar contigo para hablar más del tema. Estoy en presidenta@unidosporlavida.org.

    Un saludo,
    Pilar

    ResponderEliminar